Mis mariposas,
recuerdo en el silencio,
porque no están.
Hoy no las veo,
quizás ya se han marchado
a otro lugar.
Hay más veranos
y dulces primaveras,
allende el mar.
Es muy posible
que el vuelo y la alegría
lleven allá.
A otras miradas,
de niños que precisan
comida y pan.
Para esos labios
y caras infantiles
que hay que besar.
Y para el hombre
que vive y que trabaja
pidiendo paz.
Todo es posible,
querida mariposa,
con tu volar.
Y es que esas alas
convierten, fantasías,
y hacen soñar.
Rafael Sánchez Ortega ©
09/10/25
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