miércoles, 11 de agosto de 2010

PODEMOS HACER FRENTE A LAS GALERNAS

Podemos hacer frente a las galernas
usando el viejo truco del marino,
por eso cuando suena el fiero viento
se quedan en las tascas muy tranquilos.

Los hombres soportamos las tormentas,
los nervios alterados en los ciclos,
hay veces que los rayos nos abruman
y entonces se aceleran los latidos.

Entonces recordamos a las gentes,
que luchan con los mares tan bravíos,
sacamos las leyendas del recuerdo,
aquellas que escuchamos siendo niños.

Es cierto que entre el humo y la taberna,
surgieron unas voces con el vino,
contaban sus peleas con los mares,
el miedo tantas veces percibido.

Contaban de luchar contra galernas,
de rayos estruendosos entre gritos,
del miedo de acabar entre las aguas,
hundidos con corales infinitos.

Entonces, escuchando sus palabras,
quisimos sopesar el sacrificio,
y vimos que luchar es de valientes
sabiendo la importancia de estar vivos.

¿De qué le sirve al hombre las batallas,
si acaba bajo el barro del camino?
¿Por qué debe luchar contra tormentas
si el alma está sangrando sin latidos?

Quizás lo más sensato es estar quietos,
ahogando en nuestros pechos los suspiros,
contando los segundos uno a uno
temblando con dolor y escalofríos.

Hay tumbas muy repletas de valientes,
y en ellas tantos sueños fenecidos,
hay almas que caminan dando tumbos
y avanzan entre ortigas y entre lirios.

Por eso en esta noria inacabable
nos hablan los recuerdos y gemidos,
del viejo marinero en la taberna
que supo derrotar a su enemigo.

Rafael Sánchez Ortega ©
11/08/10

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