(Parece que lloran,
parece que cantan...)
Manuel Llano
***
Parece que lloran,
parece que cantan,
las aves nocturnas,
lechuzas y urracas.
Después de las doce
no sé lo que pasa,
las aves se duermen
las sombras avanzan.
Y quedan los nidos
de adorno en las ramas,
paredes oscuras
con hiedra muy alta.
Allí permanecen
quizás como estatuas,
la noche transcurre
sin prisas ni pausas.
Parece que lloran,
parece que cantan,
las olas que vienen
y besan la playa.
Sus rizos divinos
se estiran y avanzan,
sortean las peñas
cubiertas de algas.
Hay olas que besan
despacio a las barcas,
hay olas que rugen,
que rompen y saltan.
Hay olas despiertas
que llegan y hablan,
hay olas dormidas
que sueñan con hadas.
Parece que lloran,
parece que cantan,
la brisa y el aire
que rozan y abrazan.
Quizás con la brisa
se muevan las alas,
tiriten los labios
y digan palabras.
Quizás con el aire
se aviven las llamas,
se agiten los pechos
que sienten y aman.
La brisa y el aire
no lloran al alba,
ni cantan ni ríen,
ni piensan en nada.
Parece que lloran,
parece que cantan,
los niños que juegan
y miran el agua.
Quizás de sus juegos
se marche una lágrima,
la gota divina
del ojo escapada.
Quizás unos labios
le canten la nana,
le acunen con mino,
y duerma con ganas.
Así son los niños,
pequeñas retamas,
"parece que lloran,
parece que cantan".
Rafael Sánchez Ortega ©
21/08/10
parece que cantan...)
Manuel Llano
***
Parece que lloran,
parece que cantan,
las aves nocturnas,
lechuzas y urracas.
Después de las doce
no sé lo que pasa,
las aves se duermen
las sombras avanzan.
Y quedan los nidos
de adorno en las ramas,
paredes oscuras
con hiedra muy alta.
Allí permanecen
quizás como estatuas,
la noche transcurre
sin prisas ni pausas.
Parece que lloran,
parece que cantan,
las olas que vienen
y besan la playa.
Sus rizos divinos
se estiran y avanzan,
sortean las peñas
cubiertas de algas.
Hay olas que besan
despacio a las barcas,
hay olas que rugen,
que rompen y saltan.
Hay olas despiertas
que llegan y hablan,
hay olas dormidas
que sueñan con hadas.
Parece que lloran,
parece que cantan,
la brisa y el aire
que rozan y abrazan.
Quizás con la brisa
se muevan las alas,
tiriten los labios
y digan palabras.
Quizás con el aire
se aviven las llamas,
se agiten los pechos
que sienten y aman.
La brisa y el aire
no lloran al alba,
ni cantan ni ríen,
ni piensan en nada.
Parece que lloran,
parece que cantan,
los niños que juegan
y miran el agua.
Quizás de sus juegos
se marche una lágrima,
la gota divina
del ojo escapada.
Quizás unos labios
le canten la nana,
le acunen con mino,
y duerma con ganas.
Así son los niños,
pequeñas retamas,
"parece que lloran,
parece que cantan".
Rafael Sánchez Ortega ©
21/08/10
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