Una rama se mece con el viento,
unas hojas se mueven y descansan,
un suspiro de luz enternecido,
manda el sol en la tarde que se acaba.
Volverán con las sombras los lamentos
y también las canciones y las nanas,
a cubrir de ilusión y fantasía
este bosque encantado de las hadas.
Hoy los hombres se sienten como niños,
construyendo castillos en la playa,
paseando sin tiempo, en la ribera,
y escribiendo las letras de una carta.
Unas letras que surgen sin pensarlo
y que van componiendo las palabras,
como surgen las notas de la orquesta
que se esparcen preciosas por la estancia.
Hay un cuadro de fiesta y de ternura,
y una paz que se extiende por la plaza,
es un baile de sueños y de vida,
un suspiro que surge en lontananza.
Un poeta se queda pensativo
al sentir esta imagen su mirada,
contemplado el binomio que presentan
esas hojas y el hombre de la estampa.
Hay un hombre que expresa lo que siente
y que vé poesía en lo que pasa,
y la escribe, llevándola al cuaderno,
transmitiendo sus letras esta calma.
Hay pasión contenida en esos versos,
hay amor en las letras tan pausadas,
sentimientos que nacen día a día,
contemplando la vida y lo que manda.
Porque hay vida en el bosque de los robles
y también en los ríos y fontanas,
como hay vida en el fondo del barranco
y en la cima, sin par, de la montaña.
Expresarlo es virtud de los poetas,
y llevarlo a los hombres y sus almas,
a que lean sus versos uno a uno
y que sacien sus sueños y añoranzas.
"...Una rama se mece con el viento,
unas hojas de otoño ya doradas,
un latido que baja desde el alto,
hasta el hombre y poeta que lo aguarda..."
Rafael Sánchez Ortega ©
19/08/10
unas hojas se mueven y descansan,
un suspiro de luz enternecido,
manda el sol en la tarde que se acaba.
Volverán con las sombras los lamentos
y también las canciones y las nanas,
a cubrir de ilusión y fantasía
este bosque encantado de las hadas.
Hoy los hombres se sienten como niños,
construyendo castillos en la playa,
paseando sin tiempo, en la ribera,
y escribiendo las letras de una carta.
Unas letras que surgen sin pensarlo
y que van componiendo las palabras,
como surgen las notas de la orquesta
que se esparcen preciosas por la estancia.
Hay un cuadro de fiesta y de ternura,
y una paz que se extiende por la plaza,
es un baile de sueños y de vida,
un suspiro que surge en lontananza.
Un poeta se queda pensativo
al sentir esta imagen su mirada,
contemplado el binomio que presentan
esas hojas y el hombre de la estampa.
Hay un hombre que expresa lo que siente
y que vé poesía en lo que pasa,
y la escribe, llevándola al cuaderno,
transmitiendo sus letras esta calma.
Hay pasión contenida en esos versos,
hay amor en las letras tan pausadas,
sentimientos que nacen día a día,
contemplando la vida y lo que manda.
Porque hay vida en el bosque de los robles
y también en los ríos y fontanas,
como hay vida en el fondo del barranco
y en la cima, sin par, de la montaña.
Expresarlo es virtud de los poetas,
y llevarlo a los hombres y sus almas,
a que lean sus versos uno a uno
y que sacien sus sueños y añoranzas.
"...Una rama se mece con el viento,
unas hojas de otoño ya doradas,
un latido que baja desde el alto,
hasta el hombre y poeta que lo aguarda..."
Rafael Sánchez Ortega ©
19/08/10
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