"Hasta mañana, amor, hasta mañana",
-recuerdo que dijiste convencido-,
con tu voz tan bohemia, y puritana,
y aquel gesto de niño compungido.
Pero fue la certera cerbatana
que sonó como el eco de un latido;
un suspiro llegando a la ventana,
a otro pecho cansado y dolorido.
"Hasta mañana, amor", -eso dijeron,
tus pupilas cerradas por el sueño
a unos labios temblando dulcemente.
Por eso tus palabras transmitieron
el mensaje tranquilo de tu ceño
como el agua tan fresca de la fuente.
Rafael Sánchez Ortega ©
22/08/10
-recuerdo que dijiste convencido-,
con tu voz tan bohemia, y puritana,
y aquel gesto de niño compungido.
Pero fue la certera cerbatana
que sonó como el eco de un latido;
un suspiro llegando a la ventana,
a otro pecho cansado y dolorido.
"Hasta mañana, amor", -eso dijeron,
tus pupilas cerradas por el sueño
a unos labios temblando dulcemente.
Por eso tus palabras transmitieron
el mensaje tranquilo de tu ceño
como el agua tan fresca de la fuente.
Rafael Sánchez Ortega ©
22/08/10
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