sábado, 28 de agosto de 2010

NO SÉ POR QUÉ RAZÓN VOLVÍ A ESCUCHARTE...

No sé por qué razón volví a escucharte,
volví a sentir tu voz en mis oídos,
y tuve que pararme.

No sé de dónde procedían tus palabras,
no era la llamada de un teléfono,
ni era un susurro de tus labios,
tampoco un mensaje con tu letra
en la cuartilla...

Pero allí estaba tu voz inconfundible,
esa voz alegre y cantarina con
su toque de nostalgia,
esa voz de primavera florecida
que alegraba la mañana,
esa voz que en el ocaso despedía con el eco
a la luz que se marchaba,
esa voz que estremecía los sentidos
con su encanto y con su infancia.

...Y detuve mi camino, intentando descifrar
lo que decían tus palabras.
Eran frases y retazos que alentaban
y dejaban esperanzas.
Me decías "que adelante,
que siguiera paso a paso caminando,
que llorara si es preciso sin parar y detenerme,
que dejara que mis lágrimas bajaran hasta el suelo
y con ellas esa rabia y la impotencia
por ser hombre simplemente,
que mirara hacia los cielos
y buscara entre las nubes esa mano que se asoma,
esa luz, que como un faro ilumina los caminos,
esa estrella con mi nombre que lo arrastra
al infinito".

No sabía qué decirte y tan sólo te escuchaba.
Te escuchaba en el silencio de la noche,
te escuchaba recitando aquel poema, tan sencillo,
que una tarde me leíste junto al faro,
te escuchaba en aquel rezo compartido
en la Capilla de la Virgen,
te escuchaba en aquel día jubiloso
en que ambos nos miramos y dijimos el "si quiero",
te escuchaba con tu voz que me envolvía y abrazaba...

Más de pronto tuve frío y me vi que estaba solo
en mi silencio,
con tu voz y tu recuerdo,
con la gracia y el encanto que surgían de tus labios,
con las frases y palabras que una a una me decías,
con el dulce recitar de tu mirada,
con la onda candorosa de tu pelo,
con tu embrujo y el perfume de tu cuerpo,
con el tierno escalofrío de tu alma,
con tu pecho tan ardiente y sus latidos,
con tus besos que llegaban de sorpresa,
con la mano que rozaba mis mejillas,
con tus dedos explorando mis sentidos...

...No sé por qué razón volví a escucharte,
pero estabas a mi lado en ese instante,
entre mis brazos y en mis sueños.

Rafael Sánchez Ortega ©
28/08/10

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