Se han callado, de pronto, las estrellas
y también en el campo las cigarras,
es la hora en que salen todas ellas
a escuchar lo que dicen las guitarras.
En la arena se observan unas huellas,
unos pasos rompiendo las amarras,
señalando pisadas de doncellas
que pasaron bravías y bizarras.
Las estrellas se encojen temblorosas,
mientras templan sus arcos y violines,
en la paz de los bosques y sus ramas.
Ellas mandan sus notas a las rosas,
unos besos que van a los jardines
a dormir en los labios de las damas.
Rafael Sánchez Ortega ©
26/08/10
y también en el campo las cigarras,
es la hora en que salen todas ellas
a escuchar lo que dicen las guitarras.
En la arena se observan unas huellas,
unos pasos rompiendo las amarras,
señalando pisadas de doncellas
que pasaron bravías y bizarras.
Las estrellas se encojen temblorosas,
mientras templan sus arcos y violines,
en la paz de los bosques y sus ramas.
Ellas mandan sus notas a las rosas,
unos besos que van a los jardines
a dormir en los labios de las damas.
Rafael Sánchez Ortega ©
26/08/10
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