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Era un viejo reloj, un campanario,
una torre silente en la campiña,
en la iglesia rezaban el rosario
y en el campo crecía aquella viña.
Era día de canto y de incensario,
de pedir contra el robo y la rapiña,
de buscar a su Dios, en el sagrario,
con los ojos pacientes de una niña.
Yo te vi con la cara sonriente,
en tus ojos la luz de la mirada
se perdía, a lo lejos, con el viento.
Y mis labios besaron a tu frente,
restañaron la lágrima sagrada,
y a tus labios llevaron lo que siento.
Rafael Sánchez Ortega ©
17/11/10
una torre silente en la campiña,
en la iglesia rezaban el rosario
y en el campo crecía aquella viña.
Era día de canto y de incensario,
de pedir contra el robo y la rapiña,
de buscar a su Dios, en el sagrario,
con los ojos pacientes de una niña.
Yo te vi con la cara sonriente,
en tus ojos la luz de la mirada
se perdía, a lo lejos, con el viento.
Y mis labios besaron a tu frente,
restañaron la lágrima sagrada,
y a tus labios llevaron lo que siento.
Rafael Sánchez Ortega ©
17/11/10
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