Hay una fantasía seductora,
mezclada con el néctar y el deseo,
la música sutil, y arrolladora,
marcando su latido en el paseo.
Es una sensación embriagadora,
un rayo muy fugaz, un centelleo,
la fuente desbordada que ya aflora,
el fresco manantial, su sonroneo.
Es una vibración que ciega viene,
susurro acalorado de la brida,
y aroma de placer irreverente.
Es fuego recatado que mantiene
la llama y el calor para la herida,
y el néctar vigoroso y tan ardiente.
Rafael Sánchez Ortega ©
11/11/10
mezclada con el néctar y el deseo,
la música sutil, y arrolladora,
marcando su latido en el paseo.
Es una sensación embriagadora,
un rayo muy fugaz, un centelleo,
la fuente desbordada que ya aflora,
el fresco manantial, su sonroneo.
Es una vibración que ciega viene,
susurro acalorado de la brida,
y aroma de placer irreverente.
Es fuego recatado que mantiene
la llama y el calor para la herida,
y el néctar vigoroso y tan ardiente.
Rafael Sánchez Ortega ©
11/11/10
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