No me olvido de tu cara,
ni tampoco de tus ojos,
con la miel siempre presente,
exquisita de su fondo.
Tú llevabas blusa blanca,
un vestido color rojo,
y llegaste silenciosa
a mi lado con tu bolso.
Yo te dije "buenas tardes",
me miraste de reojo
respondiste "buenas tardes"
con tus labios temblorosos.
Nuestras manos se juntaron
y marchamos hacia el fondo,
en la playa solitaria
con sus rocas y sus pozos.
Una cala junto al cabo
albergaba a un viejo tronco,
era un roble ya muy viejo
derrotado y en su otoño.
Nos sentamos a su lado,
nos dijimos mil piropos,
entre abrazos y sonrisas
olvidándonos de todo.
Pero estabas a mi lado,
yo sentía tu contorno,
la silueta transparente
con tus senos tan redondos.
Fue un momento en una tarde,
un instante que ahora añoro,
como añoro tu presencia
y aquel beso largo y hondo.
Pero el tiempo y la distancia
separaron nuestros rostros,
se llevaron nuestros cuerpos
a otros mundos más remotos.
Ahora el eco me devuelve
aquel eco que yo añoro,
y tu cara y tu figura
cobran vida poco a poco.
Yo deseo tu presencia,
esos besos, como el oro,
ese néctar de tus labios
con solera y espumoso.
Y al final, cuando se fundan,
ambos besos, como locos,
yo sabré de tu locura,
tú mi amor, cuánto te adoro.
"...No me olvido de tu cara
y los ojos tan graciosos,
ni me olvido de tu alma
que es la esencia y tu tesoro..."
Rafael Sánchez Ortega ©
18/11/10
ni tampoco de tus ojos,
con la miel siempre presente,
exquisita de su fondo.
Tú llevabas blusa blanca,
un vestido color rojo,
y llegaste silenciosa
a mi lado con tu bolso.
Yo te dije "buenas tardes",
me miraste de reojo
respondiste "buenas tardes"
con tus labios temblorosos.
Nuestras manos se juntaron
y marchamos hacia el fondo,
en la playa solitaria
con sus rocas y sus pozos.
Una cala junto al cabo
albergaba a un viejo tronco,
era un roble ya muy viejo
derrotado y en su otoño.
Nos sentamos a su lado,
nos dijimos mil piropos,
entre abrazos y sonrisas
olvidándonos de todo.
Pero estabas a mi lado,
yo sentía tu contorno,
la silueta transparente
con tus senos tan redondos.
Fue un momento en una tarde,
un instante que ahora añoro,
como añoro tu presencia
y aquel beso largo y hondo.
Pero el tiempo y la distancia
separaron nuestros rostros,
se llevaron nuestros cuerpos
a otros mundos más remotos.
Ahora el eco me devuelve
aquel eco que yo añoro,
y tu cara y tu figura
cobran vida poco a poco.
Yo deseo tu presencia,
esos besos, como el oro,
ese néctar de tus labios
con solera y espumoso.
Y al final, cuando se fundan,
ambos besos, como locos,
yo sabré de tu locura,
tú mi amor, cuánto te adoro.
"...No me olvido de tu cara
y los ojos tan graciosos,
ni me olvido de tu alma
que es la esencia y tu tesoro..."
Rafael Sánchez Ortega ©
18/11/10
No hay comentarios:
Publicar un comentario