Me cuentan que temblaban las estrellas,
querían desprenderse de sus lágrimas,
bajaba una nostalgia de los cielos
con niebla que surgía entre las hayas.
Me dicen que los bosques despertaron
y oyeron a los gnomos y las Hadas,
hablaban en susurros, quedamente,
muy cerca del arroyo y de las aguas.
Inquietos se acercaron los venados,
los lobos, las raposas y las ranas,
el bosque en su negrura cobró vida
al canto de lechuzas y de urracas.
Más lejos, un creciente remolino,
dejaban en el aire las cigarras,
rasgaban el silencio de la noche
haciendo que vibraran muchas almas.
Es fácil dibujar aquella imagen
y ver a las estrellas que lloraban;
seguro que pararon su camino
las bellas sirenitas en la playa.
Un hombre que observaba todo esto
creía simplemente que soñaba,
podía ser, producto de su mente,
o fiebre de la sangre acalorada.
Más tuvo un ramalazo su conciencia,
un breve escalofrío en sus espaldas,
y supo que la noche estaba tiste
igual que las estrellas tan lejanas.
Entonces quiso hacer un bello cuento;
el niño encariñado de una causa,
el joven que buscaba a su princesa,
el ser que entre sus sueños le abrazaba.
Y pronto comprendió que las estrellas,
lloraban por amor, en la distancia,
igual que el personaje de aquel cuento
surgido entre las brumas y la nada.
Su cuento estaba en él y en sus poemas,
estaba entre sus letras y nostalgia,
estaba en lo profundo de aquel bosque
hablando con el Hada enamorada.
"...Me cuentan que temblaron las estrellas,
me dicen que secaron sus pestañas,
y todas reanudaron los paseos
luciendo sus vestidos y sus galas..."
Rafael Sánchez Ortega ©
13/11/10
querían desprenderse de sus lágrimas,
bajaba una nostalgia de los cielos
con niebla que surgía entre las hayas.
Me dicen que los bosques despertaron
y oyeron a los gnomos y las Hadas,
hablaban en susurros, quedamente,
muy cerca del arroyo y de las aguas.
Inquietos se acercaron los venados,
los lobos, las raposas y las ranas,
el bosque en su negrura cobró vida
al canto de lechuzas y de urracas.
Más lejos, un creciente remolino,
dejaban en el aire las cigarras,
rasgaban el silencio de la noche
haciendo que vibraran muchas almas.
Es fácil dibujar aquella imagen
y ver a las estrellas que lloraban;
seguro que pararon su camino
las bellas sirenitas en la playa.
Un hombre que observaba todo esto
creía simplemente que soñaba,
podía ser, producto de su mente,
o fiebre de la sangre acalorada.
Más tuvo un ramalazo su conciencia,
un breve escalofrío en sus espaldas,
y supo que la noche estaba tiste
igual que las estrellas tan lejanas.
Entonces quiso hacer un bello cuento;
el niño encariñado de una causa,
el joven que buscaba a su princesa,
el ser que entre sus sueños le abrazaba.
Y pronto comprendió que las estrellas,
lloraban por amor, en la distancia,
igual que el personaje de aquel cuento
surgido entre las brumas y la nada.
Su cuento estaba en él y en sus poemas,
estaba entre sus letras y nostalgia,
estaba en lo profundo de aquel bosque
hablando con el Hada enamorada.
"...Me cuentan que temblaron las estrellas,
me dicen que secaron sus pestañas,
y todas reanudaron los paseos
luciendo sus vestidos y sus galas..."
Rafael Sánchez Ortega ©
13/11/10
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