Yo sé bien que el pasado está pasado
y que el mismo no debe removerse,
allí quedan momentos transcurridos
y también las personas a quien quieres.
Sin embargo, hay pasados en las vidas
que perduran de forma muy latente,
porque son los minutos que destacan,
de recuerdos e imágenes tan breves.
Y allí está tu sonrisa soñadora,
la que vi en una tarde de septiembre,
cuando tú respondiste a la mirada
de mis ojos ansiosos por quererte.
Yo no quiero volver a ese pasado,
sólo quiero vivir hoy el presente,
y quererte sin más, como te quiero,
y sentir tu sonrisa tan alegre.
Es posible que al verte me estremezca
y que piense en los montes y la nieve,
cuando yo te anunciaba mis salidas
a esos sitios de riesgo tan agrestes.
Porque así yo salía ilusionado
a ese encuentro de robles y cipreses,
a trepar por paredes y barrancos
y a sentir a la brisa por mis sienes.
Fue aquel tiempo un momento del pasado
en que amé de manera diferente,
conseguí que vinieras a mis sueños
compartiendo en los mismos unos meses.
Yo te amaba en silencio, y sin palabras,
y sentía el abrazo del nordeste,
en tus labios preciosos de gitana
que temblaban igual que dos claveles.
Pero un día, los dos, nos separamos,
y marchamos con rumbo divergente,
a buscar las esencias de la vida
para ver lo que en ellas nos ofrece.
Y aquí estamos, después de tanto tiempo,
escribiendo de nuevo en los papeles,
rescatando del fondo de las almas
esos versos y letras tan urgentes.
"...Esos versos que digan sin palabras
que el amor no se acaba y desvanece,
mientras ame en silencio todavía
y palpite mi pecho cuando vienes..."
Rafael Sánchez Ortega ©
04/05/11
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