Quizás debí decirte que te amaba
arriesgando a perderte como un río,
pero quedé callado y nada dije,
y las aguas marcharon con sigilo.
Yo me quedé en silencio y sin palabras,
y volaste llevando tu cariño
hacia las tierras grises y remotas
donde el ciprés se asocia con los lirios.
Ahora, que recuerdo aquel momento,
mi corazón de abril lanza un suspiro,
me dice que los sueños son los sueños,
y que en la realidad está el camino.
Quizás debí luchar y hablar entonces,
pero callé y perdí lo más querido,
la estela luminosa de tus ojos,
la eterna sensación de tu cariño.
Nadar en la corriente de los sueños
es el mundo de locos y de niños,
y entonces le pregunto a las estrellas
¿dónde están los dioses del Olimpo?.
¿Dónde las mariposas de colores?,
¿en qué lugar están los enanitos?,
¿existen las sirenas de las playas?,
y las hadas, ¿en dónde su camino?
...No tengo las respuestas para tanto,
por qué soñé y amé y sé que existo,
aunque ahora me ofrezcan muchas dudas,
el no decirte Amor lo que he sentido.
No es bueno recurrir a los recuerdos,
y tratar de olvidarlos con el vino,
el néctar del pasado, siendo hermoso,
carcome y entristece sin un grito.
Sólo puedo llorar, soñar si acaso,
limpiar las telarañas de los libros,
dejar en los estantes colocados
la fila de recuerdos consumidos.
"...Quizás debí decirte que te amaba,
pero nada importa, todo está escrito,
atrás se olvidarán tantos momentos
quedando aquí un corazón herido..."
Rafael Sánchez Ortega ©
20/05/11
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