He perdido, se dijo entristecido,
lo más lindo y hermoso que yo amaba,
aquel lazo de seda transparente
que anudaba sus manos y su alma.
He perdido los sueños de colores
con los Elfos, Sirenas y las Hadas,
y ese mundo de ensueño y fantasía
que viví tan de cerca en una infancia.
He perdido el abrazo del nordeste
y en la brisa, los besos que enviaba,
con suspiros venidos de muy lejos
de una tierra curtida y castellana.
He perdido, se dijo nuevamente,
la alegría de verme en tu mirada,
de leer y escanciar en tus pupilas
esos versos y letras sin palabras.
He perdido y me siento derrotado,
eso dijo el guerrero en su batalla,
y mirando sus armas y sus ropas
de sus ojos salieron unas lágrimas.
He perdido, lo sé, y soy consciente,
ahora miro y te busco entre la nada,
pero encuentro la bruma oscura y negra
en respuesta, tal vez, a mis plegarias.
He perdido la rosa más preciosa
que temblando, sus pétalos mostraba,
y también ese vuelo sugerente
que marcaba la alondra con sus alas.
He perdido, gritaba en un susurro,
la ilusión de mirar desde la playa
a las olas que llegan perezosas
con sus rizos de espuma plateada.
He perdido el latido de tu pecho
y la sangre corriendo como lava,
del volcán que estallando, se estremece,
y que brota sin más de las entrañas.
He perdido a la música sin nombre
y a la voz que paciente susurraba,
unos versos hilados de un poema
en un canto de amor y de esperanza...
...Pero no lograrán lo que persiguen,
nuestro hombre le dijo a la distancia,
porque siempre amaré, hasta la muerte,
al Amor de mi vida y de mi alma.
Rafael Sánchez Ortega ©
21/05/11
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