Cierras los ojos,
te duermes lentamente,
como la tarde.
Ratos de bruma,
de nieblas y llovizna
con horas muertas.
Quieres soñar,
vivir una aventura
en tu jardín.
Miras afuera.
Detrás de los cristales
está la calle.
Suelo mojado
por gotas de la lluvia
que está cayendo.
No se oyen coches
que alegren el asfalto
tan perezoso.
Un gato pasa
al prado del vecino.
Busca comida.
Debajo, el río,
protesta desbocado
por la crecida.
Y aquí, mis ojos,
un tanto soñolientos,
quieren dormir.
Buscan tus ojos,
tus labios y tus besos.
así, sin más.
Rafael Sánchez Ortega ©
14/01/21
Una especie de sopor se apodera del cuerpo y los ojos parece que se cierran como deseando dormir profundamente. Todos hemos sentido una sensación parecida y nos hemos querido olvidar de la vida y de nosotros mismos, alguna vez. Por eso, en tardes como esta, todo se disculpa y se añora, aunque sea con una cierta nostalgia.
Entiendo ese sopor cuando te llega y a veces es un duermevela y mientras te llega ese sueño la mente vuela a mil lugares diferentes. Un relajante poema. Feliz tarde.
ResponderEliminarEs como dices, Campirela.
EliminarUn abrazo en la tarde y gracias.
Ganitas de dejarse ir, de no pensar, de dejar que Morfeo nos abrace
ResponderEliminarUn abrazo, y buen finde
A veces es como dices, Maripay.
EliminarUn abrazo y feliz finde, también para ti.