Amé, y amo, el silencio
que dejó tu nombre en mis oídos,
y hoy, en la soledad,
te busco en el silencio que no existe.
Amé, y amo, las pupilas adoradas
en que mis ojos te buscaban
y encontraban la figura de mi cara
entre las nubes de los tuyos.
Amé, y amo, la sonrisa,
sonrosada, en tus mejillas,
que temblando me ofrecías, en la tarde,
mientras mis labios musitaban tu nombre
y un "te quiero".
Amé, y amo, a los besos que la brisa
nos brindaba y ofrecía,
como un néctar de ternura,
en la pasión que comenzaba
en nuestros cuerpos.
Amé, y amo, a tus manos
y tus dedos,
que enlazados con los míos
dibujaban arabescos
por tu pecho.
Amé, y amo, al "amor", que tú me dabas
y arrancabas de mi alma
con suspiros que alejaban
a los sueños del presente.
Te amé, y te amo, "Amor",
y tú lo sabes.
Rafael Sánchez Ortega ©
10/01/24
Qué hermoso canto al amor correspondido, versos de un sentir grandioso de simple y bonito. Da gusto leer estas cápsulas de felicidad, alegría única que nos brinda el ser amado. Honrar estos sentimientos que no mueren, pase lo que pase, y que continúan en el camino de ofrecer un lugar importante a lo que se siente, para siempre, en un presente que considera el hoy pero que jamás olvida su principio, sin dolor, sin tristezas sin expectativas más que la de sentirnos plenos de amor.
ResponderEliminarBellísimos versos amigo, te felicito. Un fuerte abrazo.
Paty
Gracias por tus palabras Paty, eres muy generosa.
EliminarUn abrazo en la tarde.
Ese amor que permanece, qué bello sentir, y qué buen poema nos ofrece.
ResponderEliminarUn gusto leerte. Un fuerte abrazo, Rafael
Gracias Maripau.
EliminarUn abrazo en la mañana.
Hay un amor único y para siempre.
ResponderEliminarY si llegó fue, es y será, una bendición.
Abrazo, Rafael.