Escribir un poema
con los ojos cerrados,
y sentir en mi cuerpo
el candor de tus manos.
Aspirar la ternura
de tu rostro encantado
y sentir el suspiro
que me ofrecen tus labios.
Desear ese instante
como un acto sagrado,
donde duermen los dioses
en su eterno descanso.
Y aprender a ser niños
con los ojos muy claros,
para ver, de la vida,
a su cielo azulado.
Sonreír al amigo
y también al extraño,
para dar tu latido
en susurro velado.
Pasear por los bosques
bajo el roble y castaño,
contemplando a las hayas
con su aspecto embrujado.
Y soñar, como hombres
con los niños y ancianos,
que preceden y siguen
nuestra vida y sus pasos.
Escribir, todo esto,
y también admirarlo,
pues la vida es un verso
del poema en que estamos.
Rafael Sánchez Ortega ©
11/01/24
Ciertamente amigo, la vida es el verso que nos tocó transitar, con todos sus misterios, asombros y ternuras, con todas sus imágenes, rimas y disonancias. En todas las veredas está el amor, siempre dispuesto a amar y ser amado, siempre dispuesto a ofrecernos la luz necesaria para comulgar la verdad.
ResponderEliminarHermoso poema amigo, con ese toque tuyo, genuinamente romántico que hace suspirar el alma. Un fuerte abrazo para ti.
Paty
Gracias por tus palabras Paty.
EliminarUn abrazo en la tarde.
Así lo siento, un poema de todos y cada cual lo vive a su manera. Feliz tarde Rafael. Un abrazo
ResponderEliminarGracias Carmen.
EliminarUn abrazo y feliz tarde.
Simplemente precioso Un abrazo
ResponderEliminarGracias Campirela.
EliminarUn abrazo.
Es un poema magnífico, de pasado y de imaginación, con un ritmo interno precioso.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte, Rafael
Gracias por tu comentario Maripau.
EliminarUn abrazo.
Qué preciosidad de poema, Rafael, enhorabuena!!!
ResponderEliminarAbrazo.