Me senté en una silla
esperando tu vuelta,
pero el tiempo pasaba
y no vi tu silueta.
Me dejaste mirando
las lejanas estrellas
y pensando en tu cara
tan sutil y tan tierna.
Fueron duros momentos
de silencio y espera,
que evocaban tus pasos
al andar por la arena.
Aún recuerdo la tarde,
las resacas aquellas,
y las olas tranquilas
que llegaban muy cerca.
De testigo la playa,
una orilla serena,
y el murmullo y el canto
de la mar y mareas.
Porque aquella resaca
penetró en nuestras venas,
y latieron deprisa
nuestros pechos con fuerza.
Nos besamos despacio,
lo recuerdo con pena,
y aquel lindo momento,
hoy mi alma lo anhela.
"...Me senté en una silla
a esperar que volvieran,
las caricias sagradas
que me diste en tu entrega..."
Rafael Sánchez Ortega ©
07/05/24
Para cuanto te ha dado esa silla.
ResponderEliminarLas esperas a veces son desoladoras.
Bellos versos enamorados.
Un abrazo Rafael
Gracias Carmen.
EliminarUn abrazo.
Un placer leerte y extasiarse en tus poemas...La vida, simplemente vida.
ResponderEliminarGracias Fibo.
EliminarUn recuerdo, que has eternizado en el tiempo y permanece presente en tu alma y en la poesía, Rafael...Muy bello, amigo.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable y feliz tarde.
Gracias María Jesús.
EliminarUn abrazo.
La arena, la marea..., esos recuerdos que quedan grabados en la memoria..
ResponderEliminarUn placer leerte, Rafael.
Un fuerte abrazo.
Gracias María.
EliminarUn abrazo.
Oh, me encanto, romanticismo del bueno.
ResponderEliminarGracias, poeta.
Un abrazo.
Gracias Campirela.
EliminarUn abrazo.