Setenta y siete
veranos han pasado
de aquel septiembre.
En él nací
del vientre de una madre
siempre fecunda.
Por ello gracias
les doy en este día,
aunque estén lejos.
Es a mis padres
y a todo lo que dieron
para mi risa.
También mi canto
a hermanos y familia
con quienes vivo.
Y a los amigos,
maestros, compañeros,
a todo el mundo.
Porque la vida
se entrega, sin pedirla,
mas se cultiva.
Late en los días,
renace en cada instante
su melodía.
Por eso gracias
por darme, este regalo:
la vida pura
y la poesía.
Rafael Sánchez Ortega ©
16/09/25
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