Era un secreto
que ambos compartimos
de aquel verano.
Fueron las voces
surgidas de las olas
y las resacas.
Porque nacieron,
temblando, de tus labios,
para los míos.
Y así el salitre,
de algas y resacas
me estremecieron.
Eran corales
con músicas sin nombre
plenas de yodo.
Hoy las recuerdo
y en ellas me estremezco,
mientras sonrío.
Y pienso en ti,
contándome mil cosas,
sobre la playa.
Fuimos andando
la arena, que mojada,
tus pies besaba.
Y te abracé,
y luego nos besamos,
en un instante.
Rafael Sánchez Ortega ©
18/09/25
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