De nuevo vi
al sol que, en la mañana,
nos saludaba.
Dejaba atrás
la noche con sus sombras
y mis legañas.
Yo te buscaba,
miraba entre las nubes
por si venías.
Era muy pronto,
quizás te retenían
otros suspiros.
Porque seguro
que había otras personas
que igual pensaban.
Eras la nave,
correo entre los mares,
con mil mensajes.
Entre tus alas
llevabas los suspiros
de los amantes.
Y yo esperaba,
las letras adoradas
del nuevo día.
Al fin te vi,
querida mariposa,
y sonreí.
Nada dijiste,
viniste hasta mi lado
a darme un beso.
Rafael Sánchez Ortega ©
17/09/25
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