Era un sobre posado en la ventana,
una bella paloma mensajera,
esperando unas letras solamente,
para ir a dormir con las estrellas.
Y las letras se iban desgranando,
una a una, pacientes y coquetas,
pues querían también incorporarse
en los versos nacientes del poema.
Cuánta rosa dormía en los jardines,
y también cuántos lirios y violetas;
y dormían las fuentes cantarinas
y la brisa mecía las palmeras.
Una mano se mueve temblorosa,
y hay un pecho que late y que jadea,
y los labios musitan una frase,
recordando aquel beso que sintieran.
¿Cómo hacer que renazcan las palabras
y decirle a los versos por qué tiembla?.
¿cómo ser simplemente más humano
y poner más amor en esas letras?...
Se aceleran de pronto los sentidos
al compás del rumor de la marea,
recordando el paseo por la playa,
y la noche de besos y de juerga.
Los recuerdos se vuelven monocordes
pero hay uno que llega con urgencia,
el momento vivido en la capilla
con el beso y anillo de la entrega.
No se olvida aquel día tan alegre,
ni tampoco los nervios de la espera,
ni aquel baile rompiendo el protocolo,
con consejos y risas en la fiesta.
Pero el tiempo pasó y los recuerdos,
van surgiendo entre brumas y entre nieblas,
con los bellos girones del pasado
en las letras y versos del poeta.
Y ahora el hombre que marcha a su destino,
el que hace preguntas sin respuesta,
quizás busca tan solo una mirada,
y ese beso sincero que le dieran.
Pero el sobre posado en la ventana,
llevará este escrito hasta su puerta
a tocar con dulzura en los cristales
y a sentir esos labios que lo besan.
Rafael Sánchez Ortega ©
07/02/10
una bella paloma mensajera,
esperando unas letras solamente,
para ir a dormir con las estrellas.
Y las letras se iban desgranando,
una a una, pacientes y coquetas,
pues querían también incorporarse
en los versos nacientes del poema.
Cuánta rosa dormía en los jardines,
y también cuántos lirios y violetas;
y dormían las fuentes cantarinas
y la brisa mecía las palmeras.
Una mano se mueve temblorosa,
y hay un pecho que late y que jadea,
y los labios musitan una frase,
recordando aquel beso que sintieran.
¿Cómo hacer que renazcan las palabras
y decirle a los versos por qué tiembla?.
¿cómo ser simplemente más humano
y poner más amor en esas letras?...
Se aceleran de pronto los sentidos
al compás del rumor de la marea,
recordando el paseo por la playa,
y la noche de besos y de juerga.
Los recuerdos se vuelven monocordes
pero hay uno que llega con urgencia,
el momento vivido en la capilla
con el beso y anillo de la entrega.
No se olvida aquel día tan alegre,
ni tampoco los nervios de la espera,
ni aquel baile rompiendo el protocolo,
con consejos y risas en la fiesta.
Pero el tiempo pasó y los recuerdos,
van surgiendo entre brumas y entre nieblas,
con los bellos girones del pasado
en las letras y versos del poeta.
Y ahora el hombre que marcha a su destino,
el que hace preguntas sin respuesta,
quizás busca tan solo una mirada,
y ese beso sincero que le dieran.
Pero el sobre posado en la ventana,
llevará este escrito hasta su puerta
a tocar con dulzura en los cristales
y a sentir esos labios que lo besan.
Rafael Sánchez Ortega ©
07/02/10
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