Mis poemas se fueron con el viento
a dormir en el mundo del olvido,
tenían tanto sueño entre sus alas
que buscaban con prisa el infinito.
Eran versos nacidos en la tarde,
con mañanas bañadas de rocío,
y con luz cantarina de la aurora
que dejaba sus besos con sigilo.
Pero ellos, pacientes, desgranaban,
todo aquello que siento y que medito,
aventuras surgidas en la infancia
y las horas pasadas con los libros.
¡Cuántas letras salieron de esa pluma
y llegaron al mundo como un río,
a dejar el tesoro más preciado,
ese texto que calma los sentidos!
Mis poemas marcharon a la nada,
adornados con rosas y con lirios,
y llevaron con ellos tu recuerdo
y también impacientes mis suspiros.
Aquel tiempo pasado entre la bruma,
aquel otro de sueños y castillos,
o quizás los momentos juveniles
y los días tan largos del estío.
Una mezcla confusa de las letras
ha buscado la paz en esos signos,
y por ello se han ido con el viento
los poemas del mundo de los vivos.
Ahora llegan al mundo de los dioses,
al jardín tan dorado del Olimpo,
a encontrar esa calma tan ansiada,
y a dormir ese sueño que ya ansío.
Mis poemas marcharon a tu lado,
sin patrón, tripulantes ni marinos,
en un globo con velas de colores
y en el alma impaciente de aquel niño.
Se han perdido quizás unos poemas,
y con ellos momentos que he vivido,
esos sueños nacidos en la mente,
esa tierra de infierno y paraíso.
Pero no, nada importa, en este caso
los poemas tan sólo son escritos,
aunque lleven el sello de las almas
y también sus sonrisas y gemidos.
Volverán a nacer nuevos poemas,
volverán a plasmarse mis latidos,
y la vida preciosa de sus versos
gritarán lo que amo y lo que ansío.
Rafael Sánchez Ortega ©
25/02/10
a dormir en el mundo del olvido,
tenían tanto sueño entre sus alas
que buscaban con prisa el infinito.
Eran versos nacidos en la tarde,
con mañanas bañadas de rocío,
y con luz cantarina de la aurora
que dejaba sus besos con sigilo.
Pero ellos, pacientes, desgranaban,
todo aquello que siento y que medito,
aventuras surgidas en la infancia
y las horas pasadas con los libros.
¡Cuántas letras salieron de esa pluma
y llegaron al mundo como un río,
a dejar el tesoro más preciado,
ese texto que calma los sentidos!
Mis poemas marcharon a la nada,
adornados con rosas y con lirios,
y llevaron con ellos tu recuerdo
y también impacientes mis suspiros.
Aquel tiempo pasado entre la bruma,
aquel otro de sueños y castillos,
o quizás los momentos juveniles
y los días tan largos del estío.
Una mezcla confusa de las letras
ha buscado la paz en esos signos,
y por ello se han ido con el viento
los poemas del mundo de los vivos.
Ahora llegan al mundo de los dioses,
al jardín tan dorado del Olimpo,
a encontrar esa calma tan ansiada,
y a dormir ese sueño que ya ansío.
Mis poemas marcharon a tu lado,
sin patrón, tripulantes ni marinos,
en un globo con velas de colores
y en el alma impaciente de aquel niño.
Se han perdido quizás unos poemas,
y con ellos momentos que he vivido,
esos sueños nacidos en la mente,
esa tierra de infierno y paraíso.
Pero no, nada importa, en este caso
los poemas tan sólo son escritos,
aunque lleven el sello de las almas
y también sus sonrisas y gemidos.
Volverán a nacer nuevos poemas,
volverán a plasmarse mis latidos,
y la vida preciosa de sus versos
gritarán lo que amo y lo que ansío.
Rafael Sánchez Ortega ©
25/02/10
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