Me pregunto si el cielo es indulgente
y si cumple promesas y palabras,
pues no entiendo que pasen muchas cosas
como el hambre, las guerras y batallas.
Y me quedo mirando las estrellas,
esas luces inquietas y lejanas,
que parece que tiemblan en el cielo
como faros ausentes que se apagan.
Es entonces que pienso en tu figura,
ese rostro tan lindo y tu mirada,
en los labios que piden temblorosos,
esos besos que lleguen a tu cara.
Y me alejo de vanos pensamientos,
del Quijote andariego de la Mancha,
el que quiso lidiar con los molinos
en los sueños caducos de su infancia.
Sin embargo no puedo reprimirlo
hay en mi esa nota de nostalgia,
ese grito que sube hasta los cielos
a pedir la clemencia a nuestras almas.
Porque el hombre es humano y nada tiene,
se alimenta buscando la esperanza,
con la fé en el mundo y el futuro
y esa paz renuente que le falta.
Esa paz que alimenta corazones,
y a los hombres distintos les iguala,
esa paz que no sabe de fronteras
y que viene a nosotros con el alba.
Me estremezco de pronto, y no de frío,
es mi cuerpo a tu cuerpo que le llama,
es la fuente sediente de mis labios
reclamando ese beso en la distancia.
Y respondo que sí a mi pregunta,
indulgente es el cielo y el mañana,
pues del cielo ha venido hasta nosotros
ese Dios generoso que nos ama.
Y a pesar de tormentas y de dudas,
a pesar de la brisa y la resaca,
marcharé con mi barca hasta los cielos,
a dormir en los mismos con mi amada.
Rafael Sánchez Ortega ©
26/02/10
y si cumple promesas y palabras,
pues no entiendo que pasen muchas cosas
como el hambre, las guerras y batallas.
Y me quedo mirando las estrellas,
esas luces inquietas y lejanas,
que parece que tiemblan en el cielo
como faros ausentes que se apagan.
Es entonces que pienso en tu figura,
ese rostro tan lindo y tu mirada,
en los labios que piden temblorosos,
esos besos que lleguen a tu cara.
Y me alejo de vanos pensamientos,
del Quijote andariego de la Mancha,
el que quiso lidiar con los molinos
en los sueños caducos de su infancia.
Sin embargo no puedo reprimirlo
hay en mi esa nota de nostalgia,
ese grito que sube hasta los cielos
a pedir la clemencia a nuestras almas.
Porque el hombre es humano y nada tiene,
se alimenta buscando la esperanza,
con la fé en el mundo y el futuro
y esa paz renuente que le falta.
Esa paz que alimenta corazones,
y a los hombres distintos les iguala,
esa paz que no sabe de fronteras
y que viene a nosotros con el alba.
Me estremezco de pronto, y no de frío,
es mi cuerpo a tu cuerpo que le llama,
es la fuente sediente de mis labios
reclamando ese beso en la distancia.
Y respondo que sí a mi pregunta,
indulgente es el cielo y el mañana,
pues del cielo ha venido hasta nosotros
ese Dios generoso que nos ama.
Y a pesar de tormentas y de dudas,
a pesar de la brisa y la resaca,
marcharé con mi barca hasta los cielos,
a dormir en los mismos con mi amada.
Rafael Sánchez Ortega ©
26/02/10
Indulgente!
ResponderEliminarPuede ser que el mismo dolor y el deseo de creer nos haga verlo así, quiero creer, pero cada día que despierto hay mil razones para no hacerlo y solo me aferro a mi deseo de creer aunque todo me indique que no debo hacerlo.
Abrazos.
Sé lo que se siente Amy porque he pasado por ello. Y aquíí están esos versos de hace ya casi tres años para demostrarlo y de los que no recordaba. Surgieron así, quizás en ese momento de dolor y de duda y buscando un resquicio y una esperanza.
EliminarUn abrazo en la tarde.