martes, 9 de febrero de 2010

ME SENTÍ CONFUNDIDO CON LA NIEBLA

Me sentí confundido con la niebla
sin saber el lugar de mi destino,
sabía que el camino estaba arriba
oculto tras la bruma y el rocío.

De pronto entre girones y fantasmas
mis ojos se animaron con sigilo,
veían una cruz entre la niebla
buscando más allá del infinito.

Mis pasos se animaron bruscamente,
las fuerzas renovadas y el latido,
volvieron con la sangre oxigenada
al pecho del paciente peregrino.

Abajo se escuchaban a intervalos
la voz de las campanas con cariño,
llamaban a los fieles a la iglesia,
dejaban en el aire su tañido.

La niebla que venía desde el valle,
subía y me cubría con su abrigo,
no sé si definir como caricia
aquel abrazo fiel y sostenido.

De pronto me encontré junto a la base,
la cruz tan deseada y el testigo,
el eco de un pasado que no ha muerto
la fé de lo que soy y lo que he sido.

Y mis pasos se pierden con la niebla,
mientras veo el Belén tan quietecito,
sus figuras me hablan en silencio,
y me traen un profundo escalofrío.

Una brisa despierta en la mañana
y a la niebla la rasga sin un grito,
de pronto las montañas aparecen,
mostrando sus contornos definidos.

Quizás el tiempo cambie de repente
y alegre la mañana del domingo,
quizás no encuentre rosas en los prados
y puede que los cielos sean distintos.

Por eso es porque busco tras la niebla
el sol que allí se oculta con su brillo,
la dulce fantasía de la vida,
y el pecho tan amado y el suspiro.

Deseo simplemente confundirme,
vivir el sueño eterno de los niños,
tomar el dulce beso de tus labios
y amarte como nadie te ha querido.

Rafael Sánchez Ortega ©
08/02/10

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