Arriba en aquel valle
cantaban ruiseñores,
cantaban simplemente
al día y a los hombres.
Cantaban a tus ojos,
cantaban a las flores,
un canto que hechizaba
sin gritos y sin voces.
Tan sólo era el reclamo
al hijo de los dioses,
al niño que dormía
sus sueños de colores.
Más altas, las montañas,
despiertan de la noche,
los rayos ya las besan,
las tiñen de pasiones.
¡Qué cuadro tan bonito!,
¡qué hechizo multiforme!,
nos deja la mañana
de luces y de acordes.
Arriba en aquel valle,
los tiernos ruiseñores
cantaban a la vida,
cantaban a los hombres.
Rafael Sánchez Ortega ©
Percha 06/09/10
cantaban ruiseñores,
cantaban simplemente
al día y a los hombres.
Cantaban a tus ojos,
cantaban a las flores,
un canto que hechizaba
sin gritos y sin voces.
Tan sólo era el reclamo
al hijo de los dioses,
al niño que dormía
sus sueños de colores.
Más altas, las montañas,
despiertan de la noche,
los rayos ya las besan,
las tiñen de pasiones.
¡Qué cuadro tan bonito!,
¡qué hechizo multiforme!,
nos deja la mañana
de luces y de acordes.
Arriba en aquel valle,
los tiernos ruiseñores
cantaban a la vida,
cantaban a los hombres.
Rafael Sánchez Ortega ©
Percha 06/09/10
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