Son sesenta y dos años de mi vida
caminando y renaciendo día a día,
resurgiendo de la nada
y volando al infinito,
entre sueños y esperanzas,
entre globos de colores
y cometas de la infancia,
entre lindas mariposas
que venían a mi encuentro.
Es un tiempo del pasado de mi vida,
con sus luces y sus sombras,
con sonrisas y con llantos,
con amores y con odios,
con promesas y palabras
recogidas por el eco,
con el miedo hacia lo eterno
y otro miedo renaciente y siempre vivo
hacia mi mismo.
Uno a uno se pasaron estos años,
este tiempo interminable de la infancia
en que soñaba con ser hombre,
ese otro más cercano,
en que rompiendo los esquemas,
fui un joven muchos años,
un muchacho simplemente
con el alma de un poeta,
un osado aventurero de la pluma
y la palabra,
un extraño entre los míos
persiguiendo Dulcineas que no existen,
enfrascado en las leyendas,
(y también en mi cuaderno),
a través de los poemas.
Fueron años de locura y de delirio
persiguiendo las miradas misteriosas
y las voces susurrantes
de personas sin un nombre
y sin un rostro
que ofrecían mil promesas,
entre risas y entre llantos
y enjuagando muchas lágrimas.
Año a año yo he sentido esos latidos,
ese canto de mi sangre,
ese grito de mi alma,
ese eterno escalofrío y su llamada
deseando ver la vida,
disfrutarla intensamente
sin temor ni restricciones
mientras pasan los septiembres lentamente,
uno a uno,
como cuentas de un rosario
entre los dedos de un creyente.
...Casi acaba este septiembre,
este último latido que me ofrece
ahora el destino,
esta fecha señalada que me indica
tantas cosas;
por ejemplo,
que he cumplido ya otro otoño,
que la suma de los mismos
pesa mucho en las espaldas
mientras siento en la mañana
como el sol ya se despierta,
como manda nuevamente
sus caricias con el alba,
entre el humo de las fábricas
y la niebla en las montañas.
Muchos años, en efecto, los vividos,
recibidos y aceptados
entre miedos, alegrías
y con llantos muy fugaces
de esta suma de septiembres,
que hacen ya sesenta y dos,
en que busco una esperanza,
que se escapa,
que resiste,
que me dice que otro año,
que otro otoño,
he de vivir para lograrla y conseguirla.
...Y me miente este septiembre
y lo creo y me resigno.
Rafael Sánchez Ortega ©
Sierrallana 28/09/10
caminando y renaciendo día a día,
resurgiendo de la nada
y volando al infinito,
entre sueños y esperanzas,
entre globos de colores
y cometas de la infancia,
entre lindas mariposas
que venían a mi encuentro.
Es un tiempo del pasado de mi vida,
con sus luces y sus sombras,
con sonrisas y con llantos,
con amores y con odios,
con promesas y palabras
recogidas por el eco,
con el miedo hacia lo eterno
y otro miedo renaciente y siempre vivo
hacia mi mismo.
Uno a uno se pasaron estos años,
este tiempo interminable de la infancia
en que soñaba con ser hombre,
ese otro más cercano,
en que rompiendo los esquemas,
fui un joven muchos años,
un muchacho simplemente
con el alma de un poeta,
un osado aventurero de la pluma
y la palabra,
un extraño entre los míos
persiguiendo Dulcineas que no existen,
enfrascado en las leyendas,
(y también en mi cuaderno),
a través de los poemas.
Fueron años de locura y de delirio
persiguiendo las miradas misteriosas
y las voces susurrantes
de personas sin un nombre
y sin un rostro
que ofrecían mil promesas,
entre risas y entre llantos
y enjuagando muchas lágrimas.
Año a año yo he sentido esos latidos,
ese canto de mi sangre,
ese grito de mi alma,
ese eterno escalofrío y su llamada
deseando ver la vida,
disfrutarla intensamente
sin temor ni restricciones
mientras pasan los septiembres lentamente,
uno a uno,
como cuentas de un rosario
entre los dedos de un creyente.
...Casi acaba este septiembre,
este último latido que me ofrece
ahora el destino,
esta fecha señalada que me indica
tantas cosas;
por ejemplo,
que he cumplido ya otro otoño,
que la suma de los mismos
pesa mucho en las espaldas
mientras siento en la mañana
como el sol ya se despierta,
como manda nuevamente
sus caricias con el alba,
entre el humo de las fábricas
y la niebla en las montañas.
Muchos años, en efecto, los vividos,
recibidos y aceptados
entre miedos, alegrías
y con llantos muy fugaces
de esta suma de septiembres,
que hacen ya sesenta y dos,
en que busco una esperanza,
que se escapa,
que resiste,
que me dice que otro año,
que otro otoño,
he de vivir para lograrla y conseguirla.
...Y me miente este septiembre
y lo creo y me resigno.
Rafael Sánchez Ortega ©
Sierrallana 28/09/10
No hay comentarios:
Publicar un comentario