Los versos de un poema inacabado
renacen uno a uno, poco a poco,
se ofrecen como un algo inanimado,
producto de la mente de algún loco.
Locura de un latir apresurado,
que oscila entre la prisa y el sofoco,
pues sale de ese pecho enamorado
con aires de romántico y barroco.
¡Ay versos bien nacidos para Helena!,
surgisteis en Esparta una mañana
por Paris seductor y buen guerrero.
De Troya recordad aquella arena,
el beso compartido y la manzana,
y luego aquel abrazo tan sincero.
Rafael Sánchez Ortega ©
29/09/10
renacen uno a uno, poco a poco,
se ofrecen como un algo inanimado,
producto de la mente de algún loco.
Locura de un latir apresurado,
que oscila entre la prisa y el sofoco,
pues sale de ese pecho enamorado
con aires de romántico y barroco.
¡Ay versos bien nacidos para Helena!,
surgisteis en Esparta una mañana
por Paris seductor y buen guerrero.
De Troya recordad aquella arena,
el beso compartido y la manzana,
y luego aquel abrazo tan sincero.
Rafael Sánchez Ortega ©
29/09/10
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