Quizás entre las sombras
del septiembre que se marcha
están tus huellas...
Por eso me refugio en tu recuerdo
y trato de seguirte.
Persigo paso a paso
los susurros de la brisa,
el viento que me llega del verano
ya pasado,
la luz inmaculada de un estío
que perdura en las pupilas,
la gracia y la ternura de las rosas
perfumadas con las gotas del rocío,
el vuelo señorial de las gaviotas,
por encima de las olas,
impulsadas por el viento...
¡Es septiembre, yo me digo!
...Y repito como un eco estas palabras
mientras miro hacia adelante,
aunque siento las raíces que me atan
a tu lado,
que me unen a la tierra
en que he nacido,
a la mar y a la ribera
en que he crecido,
a la iglesia que en lo alto
fue guardiana de mis sueños,
a las algas y al salitre
de este mar de mis ancestros,
a sus barcos descansando
junto al muelle,
con sus mallas y aparejos
que con mimo repasaban su rederas...
Y la voz inconfundible de la sangre
que me llama,
me despierta renovando
mis sentidos día a día,
ofreciendo a mi mirada
este mundo con sus gentes,
con sus lujos y miserias,
con sus prisas matinales,
con la jungla en que convierte
los paseos y las playas.
...Así veo y te descubro nuevamente,
con tu cara picaresca,
con los ojos que rezuman de alegría,
con el alma enamorada de tus letras
que se escapan, que me embriagan,
que me llenan y seducen,
que me abrazan, simplemente,
en un acto irreflexivo y expontáneo.
Tengo frío y amanece.
Atrás queda otra noche de septiembre,
con mis letras al cuaderno,
con el rítmo acompasado de tus labios,
con el beso que mis dedos
han llevado hasta el cuaderno
mientras veo, poco a poco,
como duerme tu sonrisa,
como avanza y se consume
esa llama de tu vela,
de tu vida y de tu alma...
Es septiembre, y es otoño,
y yo sigo tras tus pasos y tus huellas.
Rafael Sánchez Ortega ©
Sierrallana 24/09/10
del septiembre que se marcha
están tus huellas...
Por eso me refugio en tu recuerdo
y trato de seguirte.
Persigo paso a paso
los susurros de la brisa,
el viento que me llega del verano
ya pasado,
la luz inmaculada de un estío
que perdura en las pupilas,
la gracia y la ternura de las rosas
perfumadas con las gotas del rocío,
el vuelo señorial de las gaviotas,
por encima de las olas,
impulsadas por el viento...
¡Es septiembre, yo me digo!
...Y repito como un eco estas palabras
mientras miro hacia adelante,
aunque siento las raíces que me atan
a tu lado,
que me unen a la tierra
en que he nacido,
a la mar y a la ribera
en que he crecido,
a la iglesia que en lo alto
fue guardiana de mis sueños,
a las algas y al salitre
de este mar de mis ancestros,
a sus barcos descansando
junto al muelle,
con sus mallas y aparejos
que con mimo repasaban su rederas...
Y la voz inconfundible de la sangre
que me llama,
me despierta renovando
mis sentidos día a día,
ofreciendo a mi mirada
este mundo con sus gentes,
con sus lujos y miserias,
con sus prisas matinales,
con la jungla en que convierte
los paseos y las playas.
...Así veo y te descubro nuevamente,
con tu cara picaresca,
con los ojos que rezuman de alegría,
con el alma enamorada de tus letras
que se escapan, que me embriagan,
que me llenan y seducen,
que me abrazan, simplemente,
en un acto irreflexivo y expontáneo.
Tengo frío y amanece.
Atrás queda otra noche de septiembre,
con mis letras al cuaderno,
con el rítmo acompasado de tus labios,
con el beso que mis dedos
han llevado hasta el cuaderno
mientras veo, poco a poco,
como duerme tu sonrisa,
como avanza y se consume
esa llama de tu vela,
de tu vida y de tu alma...
Es septiembre, y es otoño,
y yo sigo tras tus pasos y tus huellas.
Rafael Sánchez Ortega ©
Sierrallana 24/09/10
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