Era un barquito de vela
en un lago de cristal,
con su palo de mesana
y su vela sin bordar.
Era un barquito pequeño
que le dieron de rapaz,
y en el mismo transportaba
a sus sueños por el mar.
Sueños rosas y esperanzas
de una infancia angelical,
donde todo era posible
con esfuerzo y con afán.
Hoy el barco envejecido
ha ocupado otro lugar,
rescatado por sus manos
del hollín y del desván.
Hoy le tiene en la salita
en un alto pedestal,
y le mira y le remira
con su estampa peculiar.
Él le habla y le contesta,
él le anuncia el vendabal,
y los días de bonanza
y las lluvias que vendrán.
Es el barco un gran tesoro,
un juguete de verdad,
olvidado por el tiempo
que precisa repostar.
Reparar el viejo casco
con profunda habilidad,
rellenar bien las bodegas
y estar pronto a costear.
A cruzar el mar profundo,
a vencer la tempestad,
soportando las galernas
y seguir en altamar.
El barquito sigue vivo
con su mástil sin igual,
con su proa incitadora
de sirena a quien amar.
"...Era un barquito de vela
en el alma del zagal,
que marchaba proa al viento
sin timón ni capitán..."
Rafael Sánchez Ortega ©
17/05/12
Como los diferentes tiempos, espacios y lugares que en la vida nos toca vivir y ocupar.
ResponderEliminarMetáforas de la vida, siento yo...
Felicitaciones.
Abrazos, en esta noche.
un barco de vela cargado de sueños...
ResponderEliminarun abrazo
Gracias Maritza por tu visita y comentario a mis letras.
ResponderEliminarUn abrazo en la mañana,
Rafael
...Quizás el barquito que todos llevamos dentro Arena y con el que alguna vez hemos soñado y jugado.
ResponderEliminarUn abrazo,
Rafael