Algunos recuerdos,
de tiempos lejanos,
pasaron deprisa
y allí se quedaron,
en medio de un bosque
de robles ancianos
y hayedos fecundos
con leños debajo.
Aquellos recuerdos
hoy son ya legajos,
de versos marchitos
que están esperando,
los ojos de un niño,
del hombre de paso,
que busca en la niebla
la rama del árbol...
Algunas legañas
la noche han dejado,
también su vestido
de brumas y manto,
y en esos recuerdos,
que surgen de antaño,
revive una vida,
con ojos, y labios...
Dos ojos preciosos
que estaban llorando,
pidiendo unos versos
al árbol tan alto,
y el roble, cautivo
tomó este recado,
en forma de sueño
del labio temblando...
Y así se fundieron
el roble y el labio
por medio de un beso
sincero y muy casto,
¡benditos recuerdos
que acuden despacio
al alma del niño
y al hombre ya anciano!,
no buscan nostalgias
ni mieles ni empachos,
tan solo el latido
de un simple prefacio,
se inicia un poema
sincero y muy cálido,
surgiendo un idilio
de un modo primario...
"...Algunos recuerdos
evocan abrazos,
suspiros, susurros...
¡son fieles notarios!..."
Rafael Sánchez Ortega ©
20/04/20
Muy cierto que hay recuerdos que son notorios y llaman la atención como los niños y este bello poema de amor. Un abrazo Rafael, estaré unos días sin publicar en mi blog ¡cuídate! un abrazo.
ResponderEliminarGracias por tus palabras Juan. Espero que tengas un buen descanso.
EliminarUn abrazo y pásalo bien.
Bellos y hermosos esos recuerdos que nos dejas que decir, dejarnos llevar y disfrutar de ellos.
ResponderEliminarUn abrazo y muy feliz tarde.
Pues sí, Campirela.
EliminarUn abrazo y feliz tarde.
Y qué verdad, los recuerdos menos indican lo vivos que seguimos.
ResponderEliminarUn abrazo
Así es, Albada Dos.
EliminarUn abrazo.