En la tarde aquella
cometí un pecado,
me acerqué hasta el río
y escuché su canto,
eran melodías,
que dejaban labios,
sin ninguna cara
y con gran cansancio,
lágrimas amargas
y profundos llantos,
ahora reprimidos
con suspiros rancios,
y hasta en los recodos,
donde hubo meandros,
hoy están ausentes
los rincones mágicos...
En la tibia tarde
se me fue la mano,
al buscar la tuya
y sus dedos cálidos,
encontré la fuerza
que animó mi paso,
y encontré la vida
y el sentido horario,
recobré el latido,
hasta el pecho amargo,
de ese verso ausente
que persigo y clamo,
porque el río lleva
un susurro extraño
y el mensaje eterno
que yo busco en vano...
"...En la tarde aquella,
(junto al río sabio),
le abracé en silencio
y te amé despacio..."
Rafael Sánchez Ortega ©
22/04/20
¡¡Que bonito!!
ResponderEliminarAmores vividos y bellamente expresados en tus versos.
Buena semana.
mariarosa
Gracias María Rosa.
EliminarUn abrazo y feliz semana.
Que lindo, ese río cuantas silencios y amores habrá vivido y en sus aguas lágrimas de enamorados de alegría y algunas de tristezas .
ResponderEliminarUn abrazo, feliz noche.
Seguro que sí, Campirela.
EliminarUn abrazo.
La de ríos que cobijan recuerdos de un tiempo que nos llenó de vida.
ResponderEliminarUn abrazo
Así es Albada Dos.
EliminarUn abrazo.