Tras una tarde,
de juerga y veraneo,
llega la noche.
Se apaga el alma,
se encogen las sonrisas,
tiemblan los ojos.
Y nos quedamos
a solas con recuerdos
que son diversos.
Hay cosas bellas
que alegran a los labios
y al corazón.
Hay otras tibias
que son como agridulces
sabiendo a poco.
Otras, heladas,
congelan los sentidos
y las palabras.
Hay muchas tardes
y noches, que nos marcan,
y nos señalan.
Y allí quedamos
dudando de los sueños
y de nosotros.
Hasta que un día
tú llegas y rescatas
mi indiferencia.
Rafael Sánchez Ortega ©
05/08/22
Que bello, siempre existirá la calma para el corazón poeta.
ResponderEliminarAbrazo
Gracias María del Rosario.
EliminarUn abrazo.
Rafael, los recuerdos quedan, testigos vivos de esas vivencias que se lleva el tiempo...Nada es en vano, todo pasa y todo vuelve. La vida es un comienzo diario y ahí estamos tratando de vivir todas las oportunidades.
ResponderEliminarMi abrazo y mi cariño, poeta.
...Y cada día, María Jesús.
EliminarUn abrazo en la tarde.
cada día renace con nuevas situaciones, cada día es un aprender algo nuevo. Muy bello poema.
ResponderEliminarUn cariño.
mariarosa
Gracias sinceras María Rosa.
EliminarUn abrazo en la tarde.
Rescatar de la indiferencia o del tedio es un valor incuestionable
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias Maripau.
ResponderEliminarUn abrazo.