Hay un silencio en la noche,
que traspasa las ventanas
y se extiende por las calles.
Hay soledad y tristeza,
en estos días de otoño
que se marchan, y se alejan,
para dar paso al invierno,
a la nieve en las montañas,
a la sonrisa en los labios infantiles,
a los recuerdos lejanos en los mayores
y a esa riada de ensueños, que todos,
guardamos en el alma.
Y en medio de este escenario sigo viviendo,
sigo existiendo, y mi corazón late
con una arritmia difusa e incontrolada,
como queriendo el beso y el instante
que renace en el recuerdo.
No sé si es un acto instintivo
y un reflejo de esa infancia,
tan fuertemente anclada en mis sentidos,
aunque, también, puede ser la ingenuidad del niño
que se resiste a marchar
y a perder esa infancia que vive y late
en su sangre y en sus venas.
Y es que este niño, hoy ya anciano,
sigue buscando la paz y el amor,
la caricia y la mirada,
el labio tembloroso y la brisa que le roce,
el suspiro perdido y el susurro, en su oído,
del roble,
aunque sabe, y es consciente,
que el verso de la vida se escribe cada día,
para que la mariposa vaya recogiendo
las letras que va dictando el corazón,
y no la razón,
en la poesía inacabada de un poema
que elaboran sus latidos.
Desde el silencio llega una brisa fría
que es como un soplo helado,
que me hace estremecer.
Tengo frío y tengo miedo, lo sé,
pero la vida continúa
y debo seguir la rima que me dicte,
en este camino, que es, el poema de una vida,
¡mi vida!, con un rumbo y un destino
hacia lo desconocido.
Rafael Sánchez Ortega ©
08/12/24
HAS dicho la realidad de muchos,bellamente.Te dejoun gran abrazo!
ResponderEliminarGracias Menta.
EliminarUn abrazo.
Mientras el corazón siga latiendo con la alegría infantil, Rafael, la vida vale la pena.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pienso como tú, Rafael.
EliminarUn abrazo.
Hermoso poema Rafael, la vida, tu vida late en el.
ResponderEliminarmariarosa
Gracias Marís Rosa.
EliminarUn abrazo.
Un bello poema donde la vida se va reflejando poco a poco ...
ResponderEliminarUn besote.