Sin tus caricias
mis pasos, vacilantes,
hoy van sin rumbo.
En el desierto
se acusa soledad
y un gran calor.
¡Calor, dolor!,
en medio del silencio
y sangre ardiendo.
Se va la vida,
se apagan los sentidos,
se muere el alma.
Y reconcome
volver a los recuerdos,
mirando atrás.
Hay que seguir,
marchar hacia adelante,
buscar oasis.
Un manantial
en medio de la arena.
con las palmeras.
Dulce espejismo
que el alma trae, ahora,
para calmarse.
Porque en el fondo,
la brisa no acompaña,
ni tus caricias.
Prosigo solo,
avanzo en el otoño,
y tú no estás.
Rafael Sánchez Ortega ©
05/08/25
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