Los tiempos aquellos
que atrás se quedaron
bordaron mil risas
y otoños dorados.
Nacieron contigo
y en mí se quedaron,
con pasos serenos
y unidas las manos.
Fue un tiempo vivido
sintiendo el abrazo,
y el labio nervioso
buscando tu labio.
¡Qué días tan bellos
de paz, que pasamos,
sin miedo ni prisa
y el tiempo parado.
Hoy, nueve de agosto,
avanza el verano;
son días distintos,
con cielos nublados.
Crecimos, deprisa
viviendo sin lazos,
y aquellos instantes
los fuimos gozando.
Hoy miro la senda
que atrás va dejando
los pies vagabundos
que traza un anciano.
Camino sin rumbo
y lo hago despacio;
mi norte es el cielo,
mi sur tu regazo.
Por eso el recuerdo
mi amor, es tan grato,
que digo tu nombre
sintiendo tu abrazo.
Los tiempos aquellos
muy dentro los guardo,
pues tú vas conmigo
y en ellos te amo.
Rafael Sánchez Ortega ©
10/08/25
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