Lucía el sol
y un manto, azul celeste,
cubría el cielo.
El mar, también,
copiaba de ese añil,
y se mezclaba.
Un verde azul,
surgía de sus aguas
bajo las olas.
Éstas lucían
sus gasas, blanquecinas,
llenas de espuma.
Y tú, volabas,
tranquila por la orilla,
"mi mariposa".
Un verso suelto
llevabas en tus alas
con mil suspiros.
Buscabas mar,
corales y resacas
sobre la arena.
Y viste sueños,
con nombres y destinos
que recogiste.
Pero no viste
el último suspiro
que te envié.
Y allí quedó,
llorando en el silencio
junto al poema.
Rafael Sánchez Ortega ©
12/08/25
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