viernes, 2 de abril de 2010

CUANDO SE QUEDA MUDO EL PENSAMIENTO

Cuando se queda mudo el pensamiento
el silencio se apodera de los árboles,
es una brisa suave y delicada,
que roza el corazón, aunque no late.

Es la agonía lenta del guerrero,
el hombre con su alma en una tarde,
es esperar que suenen las campanas
y animen a las gentes por la calle.

Pero también es fuego consumido,
son esas brasas grises que no arden,
es la ceniza y llama fenecida
del sentimiento eterno que allí yace.

Es triste desplazarse en el silencio
tras la hoja que vuela con donaire,
siguiendo al lazarillo que camina
buscando su maleta y equipaje.

Hay veces que buscamos el silencio
y queda el pensamiento en los maizales,
entre el rumor del trigo y el centeno,
con los campos sedientos vigilantes.

Se palpan los latidos de la gleba,
los surcos del arado que la abren,
las dulces filigranas de las mieses
segadas por las hoces y los dalles.

Pero aquel pensamiento enmudecido
no sabe de relojes ni ciudades,
ni busca los latidos de su alma
que muere sin heridas ni puñales.

Quizás solo reviva en el silencio,
sin besos ni caricias, con saudades,
con ecos de suspiros emitidos
que vuelvan a su lado a saludarle.

No entiendo corazón, por qué te callas,
por qué tu pensamiento no renace,
por qué llevas el alma dolorida
sufriendo en tu silencio lo que sabes.

Espero que despiertes de tus sueños,
las luces de los mismos te traspasen,
que el mudo pensamiento cobre vida,
y sientas ese abrazo interminable.

Hay bellos pensamientos en los hombres,
que emiten en poemas y cantares,
hay besos que se dan con la mirada
y abrazos que se mandan con el aire.

Rafael Sánchez Ortega ©
02/04/10

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