Sentir la soledad es algo triste
vivir la soledad es un infierno,
en medio de la misma está tu alma
yaciendo en la agonía del silencio.
No sabes si te vence la nostalgia,
los cardos que has tomado sin saberlo,
por rosas y por lirios florecidos
creciendo en primavera por los huertos.
No sabes distinguir las emociones,
ni sabes controlar los sentimientos,
te envuelve la neblina del pasado,
la bruma de momentos y recuerdos.
Ahora que te encuentras solitario,
las lágrimas te ruedan por el pecho,
tus ojos son fontanas cristalinas,
los labios el jardín de los deseos.
Llevaste los suspiros contenidos
al tibio borrador de tu cuaderno,
trazaste con tus manos esas letras,
palabras y gemidos en los versos.
Un vómito acudió hasta tu garganta,
sentistes una arcada y no de miedo,
notaste soledad por el vacío,
quizás por estar vivo y no ya muerto.
Son noches en que sobran las palabras,
se ahogan en el pozo de los ciegos,
se van por las letrinas y retretes
al mundo dibujado por los lerdos.
Y quedas derrotado de antemano
con negra soledad junto a tu cuerpo,
te quedas con el alma abandonada
pidiendo la locura de los necios.
¡Ay dura soledad que nos rodeas
aparta ya tus sombras de mis dedos,
y deja que acaricien las cuartillas
la vida y la verdad que tanto anhelo!.
La noche ya nos cubre misteriosa,
temblando los cipreses sin remedio,
el alma que agoniza lentamente
se mezcla con la paz del cementerio.
Rafael Sánchez Ortega ©
13/04/10
vivir la soledad es un infierno,
en medio de la misma está tu alma
yaciendo en la agonía del silencio.
No sabes si te vence la nostalgia,
los cardos que has tomado sin saberlo,
por rosas y por lirios florecidos
creciendo en primavera por los huertos.
No sabes distinguir las emociones,
ni sabes controlar los sentimientos,
te envuelve la neblina del pasado,
la bruma de momentos y recuerdos.
Ahora que te encuentras solitario,
las lágrimas te ruedan por el pecho,
tus ojos son fontanas cristalinas,
los labios el jardín de los deseos.
Llevaste los suspiros contenidos
al tibio borrador de tu cuaderno,
trazaste con tus manos esas letras,
palabras y gemidos en los versos.
Un vómito acudió hasta tu garganta,
sentistes una arcada y no de miedo,
notaste soledad por el vacío,
quizás por estar vivo y no ya muerto.
Son noches en que sobran las palabras,
se ahogan en el pozo de los ciegos,
se van por las letrinas y retretes
al mundo dibujado por los lerdos.
Y quedas derrotado de antemano
con negra soledad junto a tu cuerpo,
te quedas con el alma abandonada
pidiendo la locura de los necios.
¡Ay dura soledad que nos rodeas
aparta ya tus sombras de mis dedos,
y deja que acaricien las cuartillas
la vida y la verdad que tanto anhelo!.
La noche ya nos cubre misteriosa,
temblando los cipreses sin remedio,
el alma que agoniza lentamente
se mezcla con la paz del cementerio.
Rafael Sánchez Ortega ©
13/04/10
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