miércoles, 21 de abril de 2010

ME VOY CON EL VACÍO ENTRE LAS MANOS

Me voy con el vacío entre las manos
y también con el alma dolorida,
se ahogan las palabras en el pecho,
quedando como perlas mortecinas.

Hay sombras que se ven por los caminos
y lunas estrelladas sin sonrisas,
hay vidrios y cristales por los suelos,
que cortan al viajero que transita.

Debemos caminar hacia adelante,
sin miedo, decididos y sin prisas,
sabiendo que aunque existan temporales
tras ellos llegan calmas y calimas.

Un día se nos rompen los proyectos,
se marchan simplemente de la vida,
se van hacia otros mundos siderales
volando hacia regiones infinitas.

Entonces nos quedamos pensativos
buscando la respuesta tan sencilla,
la eterna interrogante que devuelva
la paz que el alma ausente necesita.

Ya suenan los cohetes y la traca
estalla y nos enseña maravillas,
la dulce caracola de las luces,
colores que aparecen y palpitan.

Me voy, eso decía en el principio,
y marcho con el alma compungida,
me voy hacia los campos de lo eterno
allí donde los muertos resucitan.

No quiero que me lloren ni me recen,
si acaso que recuerden aquel día,
el mismo en que murieron tantos sueños
quemándome en el pecho aquella herida.

Me voy tras los caballos a otras tierras
en busca del nordeste y de la brisa,
no sé si mi partida es para siempre,
pues marcho con el alma dolorida.

Rafael Sánchez Ortega ©
20/04/10

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