Se van sembrando claveles
a lo largo del camino,
se toman en primavera
y se dan a los amigos.
El clavel es una flor
que tiene gracia y estilo,
tiene perfume y fragancia
con unos pétalos finos.
¡Cuántas veces el clavel
permanece en el olvido!,
hasta que llega una mano
que lo lleva a su destino.
A ese pelo primoroso,
que se ondula con los rizos,
al escote sugerente
de ese borde del vestido.
Hay claveles en las bodas
y también en los bautizos,
hay claveles en las ramblas
que se unen a los libros.
Sin embargo, el sembrador,
siembra avena y siembra trigo,
y semillas de claveles
en jardines escondidos.
No hay jardín mas sugerente
que Castilla y sus castillos,
y allí crece entre la gleba
con la jara y los suspiros.
Los claveles toman forma,
van buscando el infinito,
ya se alzan a los cielos,
temblorosos, compungidos.
Han nacido de una mano
que los riega con cariño,
sembrador, así le llaman,
al paciente campesino.
Le legaron sus mayores
este encargo desde niño,
y lo cumple presuroso
a pesar del duro estío.
Los claveles son cortados
para ir hacia el Olimpo,
a unos labios ardorosos
que musitan un suspiro.
"Ay claveles tan hermosos,
tan cuidados y tan lindos
venid pronto hasta mi lado,
que estais llenos de cariño.
Venid pronto hasta mi alma
abrazándola con mimo,
que mi cuerpo tan cansado
quedará pronto dormido"
Rafael Sánchez Ortega ©
16/04/10
a lo largo del camino,
se toman en primavera
y se dan a los amigos.
El clavel es una flor
que tiene gracia y estilo,
tiene perfume y fragancia
con unos pétalos finos.
¡Cuántas veces el clavel
permanece en el olvido!,
hasta que llega una mano
que lo lleva a su destino.
A ese pelo primoroso,
que se ondula con los rizos,
al escote sugerente
de ese borde del vestido.
Hay claveles en las bodas
y también en los bautizos,
hay claveles en las ramblas
que se unen a los libros.
Sin embargo, el sembrador,
siembra avena y siembra trigo,
y semillas de claveles
en jardines escondidos.
No hay jardín mas sugerente
que Castilla y sus castillos,
y allí crece entre la gleba
con la jara y los suspiros.
Los claveles toman forma,
van buscando el infinito,
ya se alzan a los cielos,
temblorosos, compungidos.
Han nacido de una mano
que los riega con cariño,
sembrador, así le llaman,
al paciente campesino.
Le legaron sus mayores
este encargo desde niño,
y lo cumple presuroso
a pesar del duro estío.
Los claveles son cortados
para ir hacia el Olimpo,
a unos labios ardorosos
que musitan un suspiro.
"Ay claveles tan hermosos,
tan cuidados y tan lindos
venid pronto hasta mi lado,
que estais llenos de cariño.
Venid pronto hasta mi alma
abrazándola con mimo,
que mi cuerpo tan cansado
quedará pronto dormido"
Rafael Sánchez Ortega ©
16/04/10
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