Esperaré que pase la tormenta
y que cesen las lluvias de la tarde,
no es bueno pasear con este tiempo
ni mojarse con aguas torrenciales.
Aunque puede que digan los poetas
que los versos abundan en las calles,
y en el agua que corre presurosa
se recogen las letras que los hacen.
Pero es mito y leyenda de unos locos,
que caminan por campos siderales,
sin saber que la vida es mas que eso,
un poema de forma inabarcable.
Resguardado contemplo la tormenta
deseando descargue y que se acabe,
que terminen las luces rasgadoras
y ese juego sonoro de los ángeles.
De pequeño contaban los mayores
que a los bolos jugaban sin cansarse,
esos bellos y tiernos querubines
que veía, en la iglesia, en los altares.
Y creía en los cuentos y leyendas
escuchados de boca de mis padres,
me narraban escenas increibles
entre hombres y dioses inmortales.
Ya parece que pasa la tormenta
y se van esos rayos a otra parte,
con las nubes oscuras y temibles
y sus rasgos que son amenazantes.
Y la lluvia parece que se para
y las gotas son besos en el aire,
son pequeñas y lindas mariposas
que acarician mis labios que renacen.
Es por eso que espero en esta tarde
el sabor de esos besos singulares,
la pasión que transmite la tormenta
y la lluvia ferviente que la aplaque.
Esperaré que pase la tormenta
reviviendo recuerdos y saudades,
mientras busco, a lo lejos, tu figura,
y ese cuerpo divino que me sacie.
Rafael Sánchez Ortega ©
07/04/10
y que cesen las lluvias de la tarde,
no es bueno pasear con este tiempo
ni mojarse con aguas torrenciales.
Aunque puede que digan los poetas
que los versos abundan en las calles,
y en el agua que corre presurosa
se recogen las letras que los hacen.
Pero es mito y leyenda de unos locos,
que caminan por campos siderales,
sin saber que la vida es mas que eso,
un poema de forma inabarcable.
Resguardado contemplo la tormenta
deseando descargue y que se acabe,
que terminen las luces rasgadoras
y ese juego sonoro de los ángeles.
De pequeño contaban los mayores
que a los bolos jugaban sin cansarse,
esos bellos y tiernos querubines
que veía, en la iglesia, en los altares.
Y creía en los cuentos y leyendas
escuchados de boca de mis padres,
me narraban escenas increibles
entre hombres y dioses inmortales.
Ya parece que pasa la tormenta
y se van esos rayos a otra parte,
con las nubes oscuras y temibles
y sus rasgos que son amenazantes.
Y la lluvia parece que se para
y las gotas son besos en el aire,
son pequeñas y lindas mariposas
que acarician mis labios que renacen.
Es por eso que espero en esta tarde
el sabor de esos besos singulares,
la pasión que transmite la tormenta
y la lluvia ferviente que la aplaque.
Esperaré que pase la tormenta
reviviendo recuerdos y saudades,
mientras busco, a lo lejos, tu figura,
y ese cuerpo divino que me sacie.
Rafael Sánchez Ortega ©
07/04/10
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