Hay guantes, mascarillas, cloroformo,
asépticos pañales y vendajes,
las luces parpadean débilmente,
los médicos se visten con desaire.
Hay roces que susurran al oído,
se miden las presiones arteriales,
se ausculta con paciencia el pecho débil,
se cuentan los latidos de la sangre.
El pecho fatigado cobra vida,
renueva sus impulsos tan vitales,
suspiran unos labios temblorosos
y buscan a los labios que les hablen.
Un largo mostrador, en los pasillos,
reune los informes e historiales,
tras ellos enfermeras y doctores
se inclinan con sus rostros expectantes.
La vida del paciente está en sus manos,
en breves decisiones singulares,
confían en la fuerza del enfermo
y quieren que conserve sus constantes.
Lograr esta victoria es su objetivo,
se ayudan de la ciencia como nadie,
es una cuenta atrás contra la muerte,
vencer la enfermedad es lo que vale.
El día pasa rápido en Urgencias,
electros y analíticas que canten,
que digan lo que pasa en el enfermo
a fin de conseguir pronto sanarle.
Confusos, sudorosos, ya abandonan,
los médicos regresan a sus lares,
y dejan a su espalda el largo día
de lucha contra el mal y enfermedades.
Rafael Sánchez Ortega ©
Sierrallana, 24/10/10
asépticos pañales y vendajes,
las luces parpadean débilmente,
los médicos se visten con desaire.
Hay roces que susurran al oído,
se miden las presiones arteriales,
se ausculta con paciencia el pecho débil,
se cuentan los latidos de la sangre.
El pecho fatigado cobra vida,
renueva sus impulsos tan vitales,
suspiran unos labios temblorosos
y buscan a los labios que les hablen.
Un largo mostrador, en los pasillos,
reune los informes e historiales,
tras ellos enfermeras y doctores
se inclinan con sus rostros expectantes.
La vida del paciente está en sus manos,
en breves decisiones singulares,
confían en la fuerza del enfermo
y quieren que conserve sus constantes.
Lograr esta victoria es su objetivo,
se ayudan de la ciencia como nadie,
es una cuenta atrás contra la muerte,
vencer la enfermedad es lo que vale.
El día pasa rápido en Urgencias,
electros y analíticas que canten,
que digan lo que pasa en el enfermo
a fin de conseguir pronto sanarle.
Confusos, sudorosos, ya abandonan,
los médicos regresan a sus lares,
y dejan a su espalda el largo día
de lucha contra el mal y enfermedades.
Rafael Sánchez Ortega ©
Sierrallana, 24/10/10
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