Cielos altos y celestes
que mirais a los sembrados,
los trigales en las heras,
girasoles de los páramos.
Dejad pronto vuestra lluvia
con las gotas y el milagro,
que se mezcle con la tierra
y que done sus regalos.
Cielos altos, vigilantes,
de los cauces y el remanso
de ese Duero tan altivo
que pasea por mis campos.
Este campo es cuna noble
de labriegos y de hidalgos,
de doncellas casaderas
y muchachas con su canto.
Cielos altos de Castilla
¡cuántos besos te he mandado,
cuántos rezos y suspiros,
y caricias de mis manos!
Si tuviera que pedirte
las semillas de tus granos,
buscaría en cada surco
esas perlas de tu llanto.
Cielos altos, manto oscuro,
con mil nubes paso a paso,
con dibujos y con formas
de unas manos que han pintado.
No cerreis nunca los ojos,
pues preciso vuestro abrazo,
necesito tus latidos
y ese beso de tus labios.
Cielos altos, malva rosa,
¡cúantas veces he rezado
por la niña de mis sueños
por sus ojos de avellano!
Hoy te miro y me sonrío
en la tarde de este ocaso
mientras grito quedamente:
¡Cielo alto, cielo alto...!
Rafael Sánchez Ortega ©
Sierrallana 30/09/10
que mirais a los sembrados,
los trigales en las heras,
girasoles de los páramos.
Dejad pronto vuestra lluvia
con las gotas y el milagro,
que se mezcle con la tierra
y que done sus regalos.
Cielos altos, vigilantes,
de los cauces y el remanso
de ese Duero tan altivo
que pasea por mis campos.
Este campo es cuna noble
de labriegos y de hidalgos,
de doncellas casaderas
y muchachas con su canto.
Cielos altos de Castilla
¡cuántos besos te he mandado,
cuántos rezos y suspiros,
y caricias de mis manos!
Si tuviera que pedirte
las semillas de tus granos,
buscaría en cada surco
esas perlas de tu llanto.
Cielos altos, manto oscuro,
con mil nubes paso a paso,
con dibujos y con formas
de unas manos que han pintado.
No cerreis nunca los ojos,
pues preciso vuestro abrazo,
necesito tus latidos
y ese beso de tus labios.
Cielos altos, malva rosa,
¡cúantas veces he rezado
por la niña de mis sueños
por sus ojos de avellano!
Hoy te miro y me sonrío
en la tarde de este ocaso
mientras grito quedamente:
¡Cielo alto, cielo alto...!
Rafael Sánchez Ortega ©
Sierrallana 30/09/10
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