No quería llorar ni disgustarse,
ni ofrecer una imagen dolorida,
los seres nunca lloran por amarse
si acaso por la sangre y por la herida.
Venía de otras tierras, de entregarse,
librando una batalla ya perdida,
volvía cabizbajo, por tratarse,
de un hombre derrotado por la vida.
No había para él una mirada,
ni el beso que llegara hasta su frente
ni el aire refrescante de la brisa.
Estaba con el alma destrozada,
por culpa de una lucha inconsecuente,
y oculta entre sus labios la sonrisa.
Rafael Sánchez Ortega ©
08/10/10
ni ofrecer una imagen dolorida,
los seres nunca lloran por amarse
si acaso por la sangre y por la herida.
Venía de otras tierras, de entregarse,
librando una batalla ya perdida,
volvía cabizbajo, por tratarse,
de un hombre derrotado por la vida.
No había para él una mirada,
ni el beso que llegara hasta su frente
ni el aire refrescante de la brisa.
Estaba con el alma destrozada,
por culpa de una lucha inconsecuente,
y oculta entre sus labios la sonrisa.
Rafael Sánchez Ortega ©
08/10/10
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