Buscabas el abrazo de la brisa
y te alcanzó de lleno la tormenta,
el alma precisaba de ternura
caricias que evitaran la galerna.
Pero tu voz, quizás desesperada,
buscaba compañía en las tinieblas,
el dulce escalofrío de las arpas,
la música que llegue y que te duerma.
Pero marchó de pronto de tu lado
y se apagó la noche sin estrellas,
tú no entendiste bien lo que pasaba
y se quedó contigo la tristeza.
Buscabas el abrazo tan ansiado,
querías esa mano tan sincera,
el labio que acercara su latido
al tuyo tembloroso y sin reservas.
Mas tu voz regresaba con el eco
ausente del abrazo y la presencia,
temblabas como tiemblan los amantes
con miedo y con pasión ante tu entrega.
Porque el miedo nacido en las entrañas
rompía con sus olas la escollera,
luchaba entre dos mundos paralelos
allí donde no habitan las sirenas.
¿Cómo decirte amor, que fui testigo,
que presencié esa lucha sin reservas,
y que lloré con lágrimas amargas,
pidiendo que la paz a ti volviera?
Hubiera deseado ser nordeste,
la brisa de ese viento que deseas,
los dedos que rozaran tus cabellos
el beso que tus labios recorrieran.
...Pero tembló mi corazón, de miedo,
y se quedó mirando la ribera,
envuelto entre las dudas y la bruma,
luchando con preguntas sin respuesta.
"...Buscabas el abrazo de la brisa
el soplo y la caricia verdadera
el alma que dijera que te amara
el puerto tan ansiado que tu anhelas..."
Rafael Sánchez Ortega ©
28/12/10
y te alcanzó de lleno la tormenta,
el alma precisaba de ternura
caricias que evitaran la galerna.
Pero tu voz, quizás desesperada,
buscaba compañía en las tinieblas,
el dulce escalofrío de las arpas,
la música que llegue y que te duerma.
Pero marchó de pronto de tu lado
y se apagó la noche sin estrellas,
tú no entendiste bien lo que pasaba
y se quedó contigo la tristeza.
Buscabas el abrazo tan ansiado,
querías esa mano tan sincera,
el labio que acercara su latido
al tuyo tembloroso y sin reservas.
Mas tu voz regresaba con el eco
ausente del abrazo y la presencia,
temblabas como tiemblan los amantes
con miedo y con pasión ante tu entrega.
Porque el miedo nacido en las entrañas
rompía con sus olas la escollera,
luchaba entre dos mundos paralelos
allí donde no habitan las sirenas.
¿Cómo decirte amor, que fui testigo,
que presencié esa lucha sin reservas,
y que lloré con lágrimas amargas,
pidiendo que la paz a ti volviera?
Hubiera deseado ser nordeste,
la brisa de ese viento que deseas,
los dedos que rozaran tus cabellos
el beso que tus labios recorrieran.
...Pero tembló mi corazón, de miedo,
y se quedó mirando la ribera,
envuelto entre las dudas y la bruma,
luchando con preguntas sin respuesta.
"...Buscabas el abrazo de la brisa
el soplo y la caricia verdadera
el alma que dijera que te amara
el puerto tan ansiado que tu anhelas..."
Rafael Sánchez Ortega ©
28/12/10
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