No quiero explicación a las mentiras,
ni tampoco los versos y palabras,
me resisto al abrazo de ese viento
que me envía el recuerdo que me alcanza.
Es posible que existan las cenizas
y en la hoguera persistan muchas llamas,
y que vibren quizás los corazones
por el fuego sagrado de una causa.
Pero quiero guardar esos momentos,
vividos y soñados con nostalgia,
a pesar de los miles de reproches
que destilan con pena por mi cara.
Más no quiero ser víctima de nadie,
ni tampoco el reproche de unas lágrimas,
que son mías y salen de muy dentro,
aunque exista razón para causarlas.
Los errores persisten en el tiempo
y caemos a veces en su trampa,
sin embargo no abjuro del pasado
compartido y vivido en la distancia.
Ese tiempo fue un ciclo de alegrías,
con tormentas surgidas de la nada,
las cenizas velaban nuestras sienes
al compás de violines y de arpas.
Hubo un día y un vals sobre las olas,
hubo noches de luna plateada,
y también las preciosas margaritas,
con su blanco fugaz y, con su gracia.
Y hasta vimos al niño en aquel parque,
persiguiendo las sombras de las ramas,
de la encina y el roble caprichosas,
por el suelo, que alegre se estiraban.
No fue un sueño sin más, ni una locura,
fue el reflejo fugaz, la brisa alada,
quien movió y alteró dos corazones
en un tiempo vivido por sus almas.
Yo quisiera que cesen los recuerdos
y se ahoguen también en la garganta,
esos gritos quizás desesperados
que produce el pasado y la resaca.
Sólo quiero ser dueño de esta nave,
capitán y piloto de mi barca,
para ir a buscar junto a la arena
a las olas que mueren en la playa.
"...No quiero explicación a las mentiras,
ni tampoco respuestas sin miradas,
sólo quiero el abrazo del nordeste
y su beso llegando sin palabras..."
Rafael Sánchez Ortega ©
10/12/10
ni tampoco los versos y palabras,
me resisto al abrazo de ese viento
que me envía el recuerdo que me alcanza.
Es posible que existan las cenizas
y en la hoguera persistan muchas llamas,
y que vibren quizás los corazones
por el fuego sagrado de una causa.
Pero quiero guardar esos momentos,
vividos y soñados con nostalgia,
a pesar de los miles de reproches
que destilan con pena por mi cara.
Más no quiero ser víctima de nadie,
ni tampoco el reproche de unas lágrimas,
que son mías y salen de muy dentro,
aunque exista razón para causarlas.
Los errores persisten en el tiempo
y caemos a veces en su trampa,
sin embargo no abjuro del pasado
compartido y vivido en la distancia.
Ese tiempo fue un ciclo de alegrías,
con tormentas surgidas de la nada,
las cenizas velaban nuestras sienes
al compás de violines y de arpas.
Hubo un día y un vals sobre las olas,
hubo noches de luna plateada,
y también las preciosas margaritas,
con su blanco fugaz y, con su gracia.
Y hasta vimos al niño en aquel parque,
persiguiendo las sombras de las ramas,
de la encina y el roble caprichosas,
por el suelo, que alegre se estiraban.
No fue un sueño sin más, ni una locura,
fue el reflejo fugaz, la brisa alada,
quien movió y alteró dos corazones
en un tiempo vivido por sus almas.
Yo quisiera que cesen los recuerdos
y se ahoguen también en la garganta,
esos gritos quizás desesperados
que produce el pasado y la resaca.
Sólo quiero ser dueño de esta nave,
capitán y piloto de mi barca,
para ir a buscar junto a la arena
a las olas que mueren en la playa.
"...No quiero explicación a las mentiras,
ni tampoco respuestas sin miradas,
sólo quiero el abrazo del nordeste
y su beso llegando sin palabras..."
Rafael Sánchez Ortega ©
10/12/10
no des explicaciones,
ResponderEliminarsolo deja que el tiempo disipe las sombras y regrese el sol.
saludois
Buen poema
Dueños somos de nuestra nave, de nuestro pasado y lo que somos, y buscamos siempre una mirada o un beso que no necesite de palabras.
ResponderEliminarAbrazos
Así es Amy y en esa mirada o beso "sin palabras" está la respuesta correcta.
EliminarUn abrazo.