Déjame seducirte con mis letras,
y que ellas te embriaguen con su labia,
para hacer que te sientas más tranquila
en un sueño de rosas y esperanzas.
Es posible que veas mi cuaderno
y que sientas la mano que lo traza,
pero piensa en las líneas tan serenas
que has podido robarle a mi mirada.
Si es así, yo te animo a que disfrutes
y que escuches la música sin pausa,
la que viene a nosotros desde el cielo
en las noches de junio con su danza.
Unas veces las letras traen suspiros,
aunque en otras se escapen unas lágrimas,
más también en las mismas hay susurros,
con sonrisas ardientes y veladas.
Yo quisiera que vieras esa parte
de las almas que escriben y que aman,
las que vagan de noche con su antorcha
por las frías arenas de la playa.
Pero quiero que veas a los niños
y que juegues con ellos en las plazas,
y te sientes también con los ancianos
y compartas con ellos una charla.
Yo quisiera que vieras en mis letras
ese mundo sencillo de las Hadas,
que surgido de cuentos infantiles
ha calado tan hondo entre las almas.
Porque quiero escribir sobre la vida,
dibujando con signos lo que pasa,
moldeando los días y segundos
de este tiempo que llega y que se marcha.
Es por eso que quiero que mis letras
te seduzcan y embrujen sin tardanza,
y te lleven a un mundo diferente
donde puedas amar y ser amada.
Sólo quiero embriagarte con mis letras
y que leas las páginas sagradas,
las que afloran del pecho a mis pupilas
y en silencio te hablan sin palabras.
Rafael Sánchez Ortega ©
07/06/11
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