He visto como el tiempo se detuvo
y entonces el silencio fue constante,
pararon los relojes sus latidos
durmiéndose las olas de los mares.
Un cuadro inenarrable fue la nota
pintado por artista muy notable,
en él estaba todo contenido,
la música, las guerras y hasta el hambre.
La tierra estremecida levitaba
sumida en el sopor de aquella tarde,
ajena a las extrañas profecías
surgidas de sesudos caminantes.
En ellas se anunciaban terremotos,
galernas y tormentas anormales,
preludio de un inmenso apocalipsis
de fuego, destrucción y de catástrofes.
...Aun tiemblo al recordar aquella escena
y pienso en el común de los mortales,
y veo aquella escena detenida
sacando en estas letras los detalles.
El niño que jugaba por la plaza
cuidado por los ojos de su madre,
el lindo viejecito de ojos tristes
llamando a las palomas en el parque.
Las manos de dos jóvenes que pasan
unidas con un lazo de diamante,
el beso y el suspiro de sus labios
diciéndose palabras tan amables.
Y veo a una gaviota por el cielo
girando y descendiendo tras su baile,
llevada por la brisa y el nordeste
al puerto y la machina en que descanse.
Más veo más allá de las estrellas
al hombre que quería ser amante,
de un sueño y utopía entre las nubes,
locura de su alma, irrealizable.
Y entonces comprendí que esa locura
detuvo las agujas y compases,
también los corazones y susurros
de un mundo enfebrecido con su sangre.
El tiempo se ha parado en un momento
y yo me he detenido tan campante,
estaba contemplando un lindo cuadro
producto de un artista inigualable.
Rafael Sánchez Ortega ©
20/06/11
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