He venido a enseñarte las estrellas,
y en silencio, mostrarte los luceros,
los cometas que lloran en la noche,
y las sombras danzantes tras su velo.
He venido de mares muy lejanos
con corales y espumas caribeños,
y también de las casas blanqueadas
y las calles estrechas de los puertos.
He venido a dejarte sin palabras,
a cubrir a tus labios con mis besos,
a sentir el latido en tu costado
y a vibrar con el roce de tu pelo.
He venido del campo y las ciudades,
solitario y de polvo recubierto,
a buscar ese néctar de las flores
y el clavel con la menta y el romero.
He venido a entregarte mis poemas
y con ellos algunos de mis versos,
los que hablan de amor y fantasía,
los que piden los niños en sus sueños.
He venido a tu lado tembloroso
a decirte mis labios que te quiero,
a rozar con mis dedos tu figura
y a sentir ese abrazo que deseo.
He venido, y estoy en tu presencia,
y no lucho, pues soy tu prisionero,
porque te amo y te digo niña mía
que el amor abre puertas en los cielos.
He venido y me duermo entre tus brazos,
en el fondo sagrado de tu seno,
y allí quedo cubierto de caricias
con tus sueños mezclados con mis sueños.
Rafael Sánchez Ortega ©
30/06/11
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